Vinieron del planeta Tumik en naves destartaladas. Sin nada, con las cuatro manos vacías. De color naranja casi fosforescente, se alimentan de la corteza de los árboles y quedan fascinados cuando ven un par de zapatos. Son raros. Demasiado. Y los humanos no saben qué hacer con ellos.
Vinieron del planeta Tumik en naves destartaladas. Sin nada, con las cuatro manos vacías. De color naranja casi fosforescente, se alimentan de la corteza de los árboles y quedan fascinados cuando ven un par de zapatos. Son raros. Demasiado. Y los humanos no saben qué hacer con ellos.