No hay documento, testimonio, conjetura o suposición atinentes a esa leyenda negra que no hayan sido escudriñados con perspicacia, por el ojo zahorí del excelente abogado que es el autor del libro a que accede este prólogo. Ninguno ha resistido incólume el ataque a que fue sometido.
No hay documento, testimonio, conjetura o suposición atinentes a esa leyenda negra que no hayan sido escudriñados con perspicacia, por el ojo zahorí del excelente abogado que es el autor del libro a que accede este prólogo. Ninguno ha resistido incólume el ataque a que fue sometido.