Si fuera cierto que Herman Melville se inspiró en Lima para escribir Moby Dick, ¿acaso sintió que enfrentaba a un terrible monstruo en esta capital? ¿ Y qué era ese monstruo finalmente, sino la ciudad misma? Esta sugerente idea es el punto de partida de esta fingida fábula epistolar entre Melville y Nathaniel Hawthorne, el autor de La letra escarlata, otro escritor fundamental del siglo XIX en lengua inglesa, Jerónimo Pimentel describe el salvajismo que atraviesa la geografía de toda urbe, pues todas ellas, supuestos escenarios de civilización, a fin de cuentas, al mismo tiempo que obligan a sus habitantes a sumergirse en la búsqueda del absoluto y a cuestionar el acto creativo, también los confrontaron con su lado más primitivo.