Esta es la historia de Barnaby, un niño especial que pertenece a una familia demasiado normal; más aún, tremendamente normal, aburridamente normal. Para los Brocket todo cambia el día en que nace Barnaby. Su madre se da cuenta de que algo va mal cuando empieza a notar los dolores del parto... Pero lo peor está por llegar: ¡su bebé sale disparado y se queda flotando en el techo de la habitación!
El diagnóstico es concluyente: Barnaby no obedece a las leyes de la gravedad, su estado natural es flotar. Sus padres, desesperados, no saben qué hacer con él; de nada sirven las súplicas del niño, que asegura que quiere quedarse en el suelo pero no puede. Al final solo queda una solución: dejar que se vaya volando...
Y al cabo de un minuto había ascendido tanto que
su voz se perdió en el cielo. Su madre, su perro
y la maravillosa ciudad de Sidney desaparecieron
bajo sus pies, y, al no tener colchón que le
impidiera seguir flotando, Barnaby Brocket subió y
subió, sin saber qué le sucedería a continuación.