-¡Ay, Renata, no vayas a meter la pata!- Le dice Paca. Hasta que una mañana llena de sol, Renata supo que las ganas eran más grandes que el miedo y se decidió. Lo miró todo, se puso una bolsa al hombro y partió.
-¡Ay, Renata, no vayas a meter la pata!- Le dice Paca. Hasta que una mañana llena de sol, Renata supo que las ganas eran más grandes que el miedo y se decidió. Lo miró todo, se puso una bolsa al hombro y partió.